Ejercicio 1 - #AventuraNarrativa1000

Reseña: Una joven muda parte a Canadá en busca de una mayor calidad de vida por los avances tecnológicos y sociales que hay en dicho país. Sin embargo, allí descubre que tal vez ha sobrevalorado lo que se cuenta de la sociedad canadiense o quizá solo tuvo un mal día.




GOOD MORNINGS


      Lunes. Tras oír la alarma se levanta a las siete de la mañana. Desayuna un café y un rollito de canela recalentado, sonríe para sí misma porque ahora puede abusar de ellos, en Chile no son tan comunes como acá. Se lava la cara, los dientes, y minutos después está lista para salir del departamento de albergue en el que vivirá hasta que consiga un trabajo y pueda alquilar por sí misma.

      Saluda con la mano a las asistentes sociales que están en la recepción y oye sus good mornings de regreso, ve sus sonrisas y cree entender deseos de buena suerte. No es que no sepa inglés, solo que hablan muy rápido y ella aún no se adapta a ese idioma. Desea que quién es le tomen el examen le tengan algo de compasión y parece que las asistentes leen en su rostro lo que siente porque comienzan a reír; transparente como una jarra de vidrio diría su madre. Les responde con una mueca avergonzada y sale caminando por Wentworth las tres cuadras que la conducirán a la parada de autobuses.

      Espera bajo el cielo despejado de Hamilton el bus que la llevará a su examen de inglés que la habilitará para trabajar. A su alrededor, unos débiles rayos de sol caen sobre la nieve que al fin se está derritiendo y ella se siente feliz, al margen de la melancolía que la embarga por haber dejado tantas cosas atrás: su casa en Santiago de Chile, su familia, sus amigos y los días calurosos que queman al no tener capa de ozono. Aunque no extraña ese Sol bochornoso ni el dolor de cabeza que da caminar bajo su calor; más bien lo que la llena de nostalgia es el verano, los helados y la risa con amigos.

      Al llegar su micro lo toma y baja en el centro de la ciudad. Camina unas cuadras hasta un colegio donde aguardan a todos los inmigrantes que citaron para el día de la fecha. Tras presentar sus documentos le asignan un aula. Consulta en lenguaje de señas el nombre de su profesor y Reacciona con cierto fastidio a las mismas miradas de consternación que le dirigían en Chile cuando no conocían dicho lenguaje, como si ella fuera el último ejemplar de algún animal extinto. Resoplando saca un lápiz escribe la pregunta en inglés. Obtiene la respuesta que busca y se marcha a su aula.

      En el aula la espera Carlos, profesor colombiano intérprete entre inglés y español, que le indica sonriendo que empezarán evaluando su habilidad oral, luego la auditiva, la lectura y la escritura. Ella corresponde a su sonrisa y asiente con un gesto de cabeza; pero él le pide más seguridad. Quiere escucharla, no importa si hablando inglés o español.

      Pasea la mirada por las paredes color crema de la habitación en las que cuelgan algunos cuadros de paisajes. Distribuidos de forma ordenada hay cuatro pupitres, por lo que supone que podrían examinar hasta unos ocho estudiantes juntos. En la pared frente a la puerta hay una ventana cubierta con cortinas azules, por la que se asoma un tímido rayito de sol que parece decirle que todo va a ir bien. Sonríe y responde afirmativamente en lenguaje de señas.

      Carlos la mira, asiente para sí mismo y explica que la parte oral del examen no se hará porque no están preparados para una estudiante que se expresa de esa forma.
Ella se molesta al ver que el profesor esquiva los nombres de las discapacidades como todo el mundo. Se pregunta si no es más sencillo decir que no tienen intérpretes para mudos. Pero aún tiene un examen que aprobar y un plazo que cumplir para encontrar el trabajo que le exigen si quiere obtener el asilo social que solicita, por ello accede a la supresión de la sección oral de la evaluación.

      El examen transcurre sin mayores inconvenientes. Lo termina en un plazo estimado descontando el tiempo que le habría tomado la oralidad. Aunque lo aprueba, ya no está tan de buen humor como al comenzar el día. Anota en su agenda la fecha de comienzo de clases de inglés avanzado para mejorar la fluidez y familiaridad con el acento, y mentalmente toma nota de consultar por un intérprete de lenguaje de señas.

      Fuera del establecimiento, en el que ahora la miran como si fuera diferente, suspira largamente resistiendo las ganas de llorar. Vino a Canadá para buscar nuevas oportunidades tomando ventaja de la tecnología y la cultura más avanzadas que todos dicen que hay en ese país. Pero seguramente esa tecnología y amplitud de mente se hacen presentes en su propio círculo, en medio de mudos y sordomudos. La gente normal vive tan desinformada como en la capital chilena.

      Decide comer afuera y pasar el resto del día comprando ropa para cambiar de ánimo. Se sienta a una mesa junto a la ventana del restorán y deja sobre ella una bandeja con una hamburguesa, papas fritas con mucho Ketchup y, como queriendo demostrar que es tan doble estándar como la gente que critica por creerse de mente abierta sin saber lenguaje de señas, un café con edulcorante, no vaya a engordar. Mientras come se repite a sí misma que en todos lados hay que trabajar para abrir las puertas del éxito. Luego, mientras contempla en el espejo como le quedan los varios vestidos que se prueba, piensa que aun así no es justo, la gente normal solo tiene que abrir la puerta; ella primero debe quitarle la llave a la cerradura.

      Con las bolsas cargadas de ropa más adecuada para el lugar donde ahora vive, vuelve a su hogar temporal. Saluda nuevamente a los asistentes que al anochecer son hombres, como queriendo brindar una falsa seguridad. Éstos le informan que para esa noche habrá pizza si quiere unirse a ellos. Ella declina la oferta agradecida de que uno de ellos sepa entender su lenguaje aunque no lo hable. Tras esto sube a su departamento, guarda su nueva ropa, selecciona la antigua para donarla a gente más necesitada y, tomando una ducha de agua caliente, se queda pensando si tanto sacrificio es necesario.




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